En un rincón del tiempo, donde las palabras ya no alcanzan, nace un espacio sagrado: un taller donde las almas se encuentran sin máscaras y se reconocen en el latido compartido del tambor, en el susurro de un movimiento libre, en la vibración pura del ahora.
Este encuentro no es una clase tradicional. No se trata de aprender pasos ni dominar técnicas. Es una experiencia viva, donde cada persona llega tal como es, y se deja llevar por el pulso interno que nos conecta a todos.
Comenzamos en silencio. Miradas suaves, respiración compartida. Creamos un círculo, un campo energético donde las almas se unifican desde el corazón. La confianza florece. Lo invisible se vuelve palpable. No hay juicio, solo presencia.
Y entonces, la música nace. No desde una partitura, sino desde la emoción. Desde el cuerpo que recuerda cómo sonar. Tambores, cuencos, voces, palmas… todo es válido si nace del alma.
La danza surge como respuesta. Un cuerpo se mueve y otro lo sigue. A veces es juego, a veces es trance. Nos escuchamos con los ojos, con la piel, con el alma despierta. Improvisamos desde un lugar puro y profundo, donde ya no somos «yo y tú», sino un solo cuerpo en movimiento.
Este taller es para ti si sientes que hay algo más que las palabras. Si deseas liberar emociones, reconectar con tu espontaneidad, expresar sin miedo y moverte con verdad. No necesitas saber bailar ni tocar un instrumento. Solo necesitas estar presente, abierto y dispuesto a ser parte de un momento único e irrepetible.
Porque cuando la música y la danza se improvisan desde la complicidad del alma…
la magia ocurre.
Almas afines tocando y danzando






